Cata que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.
Anónimo (Siglo XV)
Negar la herejía
siempre nos mantuvo
inertes,
inmóviles,
inacabados.
Chapoteamos en los charcos
que se ahogan en gotas de sudor aniquiladas
cuando exhaustos,
yacemos amortajados.
Nunca llegarán esos ríos
a inundar el alféizar de nuestra mañana
y nuestra alcoba
continuará impregnada
con olores
a jazmines almidonados.
Ya oigo en su colina
el doblar de las campanas
de mis desheredados.
Es la hora.
Despierta, amor,
despierta.
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