Anhelo de mil labios en mi estepa entornada,
mi páramo estéril de sangre frustrada;
y cuanta vida hubo, pétalo de feroz llama,
el mar en sus cadencias lentas arrastra.
Las espumosas olas de miel mi pecho bañan
y en una arrulladora danza me arrancan
mis trémulos sueños y mi carnal esperanza,
colmando mis desangeladas lágrimas.
“¡Llevaos la fiebre y vértigo de mi verde ansia,
lleváoslas y regresadme mi blanca
pasión entre las tranquilas sombras de la infancia!
Ya no deseo; devolvedme mis alas.”
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