Se agitan los prados
en la deshojada corona
de nuestro antiguo rosal.
Y tu frente adamascada
aglutina el infinito punto
de todo cosmos,
ese que genera la brisa
de un huracán mellado,
ese donde la Luna contempla
el absoluto rostro
entre las rosas y los lirios
de tus dudas.
Mientras,
maltrecho ya de camino,
me deslizo
por el instante mismo
en que tu luz
sacude el cuarto oscuro
de toda una empolvada Vida.
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