Cuando bajé con mis padres al parque éramos tres de mi misma estatura. Sabía que era el día de preparar las mochilas para dar la vuelta al mundo. La subida al Everest nos esperaba en el alto tobogán rojo. Tampoco olvidé la tienda de campaña para hacer noche en la arena del desierto del Sahara, ni los billetes para subirnos al último cohete de la NASA; el nuevo columpio verde.
No sé la razón, pero Mario y Alicia no quisieron acompañarme.
¡Viajé solo!
Mi mochila vuelve llena de sueños, historias y aventuras.
Ellos, en el banco, siguen mirando la tablet.
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