La pesadilla

 

Aquella noche en el número 24 de la calle Cerro del valle, se podía percibir el aroma de la sangre a kilómetro y medio de distancia. A las 23:44 de la noche de aquel majestuoso sábado de mayo, se produciría el asesinato más famoso de la historia de los asesinatos, el asesinato del enterrador. En el pequeño pueblo de Juvers siempre reinaba la calma, era el típico pueblucho aburrido en el que la gente guardaba las apariencias y hablaba de más. Pero aquella noche, aquella noche quedaría en el recuerdo de todos sus habitantes para el resto de sus vidas. Alex, más conocido en el pueblo como Sol, ya que irradiaba felicidad y transmitía alegría a su paso, cometería un asesinato con una crueldad sin precedentes. Eran las 22:07 de la noche cuando el viejo Luis, el enterrador del pueblo, se disponía a coger su coche y recorrer los 4 minutos de trayecto desde el cementerio municipal hasta su casa, situada en la calle Cerro del Valle. El barrio era un poco espeluznante de noche, se encontraba situado a las afueras del pueblo; Al este se encontraba el frondoso bosque de San Martín, al otro lado, al oeste pasaba la carretera comarcal C495, al norte estaba el pueblo y al sur el cementerio municipal. Los vecinos bautizaron a la zona como La Llanura de la Desolación, de día no era más que un barrio lleno de malas hierbas y paja seca, siempre sumido en el más absoluto silencio, miente que de noche se percibían sonidos descritos como de ultratumba, nadie se había atrevido a aventurarse en la zona más allá de las 23. Luis era el único vecino de la zona y acostumbrado a aquellos sonidos guturales simplemente dejó de prestarles atención. Entró por la puerta de su casa exactamente a las 22:12, como cada día sacaba su pala y su pico del maletero del coche y los dejaba en el desván cuyo acceso se encontraba en el exterior de la vivienda, la casa tenía mas de 150 años y estaba hecha enteramente por madera de roble, en la planta baja se encontraba la entrada, era aburridas sin nada que destacar, a la derecha la pequeña cocina, una cocina solitaria que contaba con lo estrictamente necesario para poder preparar algo en ella, a la izquierda de la cocina, tras un pequeño pasillo se hallaba el salón, el sofá tapizado en cuero había vivido tiempos mejores pero seguía siendo cómodo. En el salón se encontraba la escalera que llevaba a la planta superior, era una tortura para los oídos recorrerla, a cada paso crujía de una manera agónica. La planta de arriba contaba con el baño y un cuarto que de haberse empleado de otra manera sería una habitación principal con todas las comodidades, sin embargo, Luis la utilizaba de trastero. Tras subir del desván subió a la planta de arriba maldiciendo a la centenaria escalera, se tomó un baño y bajó con la toalla enrollada en la cintura a recalentar un plato de macarrones con queso que llevaba días en la nevera. Luis tenia 57 años, nacido en Juvers había pasado toda su vida en aquella casa, había vivido con su padre hasta que falleció 30 años atrás. Era el enterrador del pueblo desde que tenía uso de razón. Tras fregar los platos acumulados subió a la habitación-trastero y rebuscó entre las cajas hasta encontrar un pantalón que ponerse. Luis dormía en el sofá, era una de sus extrañas manías, tras descender por la tortuosa escalera apagó la luz, se tumbó en el viejo sofá y cayó rendido ante el cansancio. Alex estaba dormido cuando una pesadilla comenzó a perturbar su descanso, se encontraba en La Llanura de la Desolación, eran las 23:30 y estaba solo. Asustado comenzó a correr y a gritar hacia el pueblo pero extrañamente no avanzaba, corría y corría pero no avanzaba ni un solo metro. Aquellos horripilantes sonidos comenzaron mientras Alex solo podía chillar, cerró los ojos y cuando los abrió estaba dentro de la casa de Luis el enterrador, ¿Como había llegado hasta ahí?, ¿Que hacía allí?. Alex empezó a hiperventilar mientras recorría la casa en busca de Luis, recorrió la pared de la entrada en busca del interruptor de la luz, accionó varias veces el interruptor sin resultado y llegó a la conclusión de que habían saltado los plomos. Entró en el salón y cuando el viento movió las cortinas dejando que la luz de la Luna invadiera la estancia halló a Luis muerto, los ojos le colgaban fuera de las cuencas como si hubieran saltado. Tenía la mandíbula abierta y claramente desencajada, de su cabeza colgaba algún tipo de herramienta que más tarde fue identificada como la pala que usaba para cavar las tumbas. Alex gritó, grito tan fuerte que su propio cuerpo, presa del pánico convulsionó . Al día siguiente cuando la madre de Alex que tan sólo contaba con 17 años entró en su cuarto, casi cae fulminada al suelo, encontró a su hijo inconsciente en la cama cubierto de sangre y barro. Tras llamar a emergencias tuvo que sentarse y recuperar el aliento. Cuando Alex despertó en el hospital desorientado y con la cabeza dándole vueltas se vio atado de pies y manos a la cama del hospital, desconcertado llamó a su madre pero en vez de escuchar su tierna voz oyó a un hombre. Era el comisario en persona, habían detenido a Alex por el asesinato de Luis, la policía encontró sus huellas por toda la casa y habían analizado la sangre que hallaron en su ropa, coincidía con la de Luis. Alex llorando explicó a la policía que era un malentendido, que él no había hecho nada y que lo que recordaba de aquella noche era una horrible pesadilla. Lo que Alex vivió como una pesadilla, para Juvers fue el crimen más atroz jamás visto en el lugar.

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