Allí donde llevaba dando pasos toda la noche, llegando al limite del suelo, cuando éste se alza por encima de su cabeza y sin mirar sus limites allá en la oscuridad imposible, arrima un hombro a esa misma pared y delinea bajo sus pies heridos, sin pausa hacia dentro, en una espiral sin cantos que no sube o baja el camino insomne hacia la mañana de todos nuestros días.
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