En la pequeña curva
de tu nombre
encontré refugio.
Se abre
cada tarde,
y deja que el ámbar
sea luna.
Los pájaros
juegan en tu nido.
Algunas veces,
los gatos salvajes
te devoran,
y ya eres tú también
uno de ellos.
Tu casa abandonada
está en la montaña,
en la cima del frío.
A veces vuelves
con tu literatura nueva.
Yo fui de los pájaros
que juegan en tu nido, yo soy tu casa,
la que se abre cada tarde
para que la luna
sea ámbar.
Estoy
en la curva de tu nombre,
esperando que vuelvas
a mi nombre.
Beatriz Osornio Morales.
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