Hoy no vamos de compras.
La proclama va de plaza en plaza,
de heraldo a heraldo,
de mar a mar.
Tantos desprecios sin tasa,
tantas promesas sin fondos
colmaron nuestra impaciencia,
agotaron nuestro crédito.
Humilde en sus roígenes,
apenas un esbozo, una hilacha de sueño,
sumó entusiasmos en su avance, corazones, manos,
primero solo nieve, después nieve millones,
en marcha siempre, siempre en aumento,
bola que crece y crece
hasta doblar la voluntad del mundo.
Hoy no vamos de compras.
Ni pan ni vino,
cuadros, sedas,
diamantes, afeites, amores,
artilugios, pasatiempos,
tronos, aplausos, mausoleos,
paraísos a la carta.
Quizá creáis por ventura
que también esta vez os saldréis con la vuestra,
que la tormenta pasará,
que lograréis desviar el torrente,
que aún tenéis un as en la manga,
qué sé yo, cualquiera de esas cosas que piensan los que mandan,
los que mandan de verdad.
Solo por veros,
nosotros fingiremos negociar,
capitular incluso;
amagaremos asentir,
pero al final diremos no;
no a las necesidades que inventáis para nosotros;
y será un no sin fecha de caducidad,
un no que sonará como nunca.
Recoged los anzuelos,quedaos con vuestras malas artes;
os dejamos solos,nos marchamos a otra parte,
a algún lugar que todavía dé señales de vida.
Sabedlo, oídlo bien:
hoy no vamos de compras
ni mañana ni pasado;
hasta la cunsumación de todas vuestras existencias,
hasta ver borrarse
la última sonrisa de los escaparates.